En Ciudad Real, Productores agrícolas y ganaderos con explotaciones en el entorno de la dehesa del suroeste de la provincia alertan de las amenazas que sufre como ecosistema, “herido de muerte”. Estos colectivos solicitan a la Administración española que compense las limitaciones que sufren estos espacios por las normas de la Política Agrícola Común (PAC), que ha reducido en cerca de un 40% la superficie con derecho a cobro y que está contribuyendo, entre otras causas, al abandono de la ganadería extensiva.
En España en general, factores como la sequía, erosiones o la altas temperaturas, las plagas y enfermedades como la seca; y causas normativas por la aplicación de la PAC (Política Agraria Común de la Unión Europea) que “perjudican gravemente la rentabilidad”, están minando seriamente la supervivencia de este ecosistema.
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Ramón Montoya, presidente de la Asociación para la Conservación y Desarrollo del Valle de Alcudia y Sierra Madrona (Acodeval), subraya el valor de este hábitat milenario, propio de los países del sur de Europa, con gran representación en la península Ibérica, en concreto en Portugal y en las comunidades españolas de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Castilla y León.
Montoya asegura que estos territorios están sufriendo pérdidas notorias en términos económicos, ambientales y paisajísticos por la suma de distintos factores. “Están abocando al cierre de las explotaciones ganaderas agrícolas y forestales, sin tener en cuenta el papel de los productores en la biodiversidad y en la lucha contra la desertización , y el cambio climático en unos bosques de encinas que son únicos en el mundo”.
Se trata de un problema nacional, ya que están afectadas las 3,5 millones de hectáreas de dehesa de España, 750.000 en Castilla-La Mancha -la mayoría en Ciudad Real-, como consecuencia de la aplicación de dicho coeficiente por la Administración española en su tramo nacional a espacios de pastos arbóreos y pastos arbusivos propios de la dehesa.
Para Montoya esta reducción es “incoherente desde el punto de vista técnico y científicos porque la existencia de árboles y arbustos no aminora o reduce la capacidad forrajera de las parcelas”, incluso, según dice, “choca con la tradición cultural y pastoral del país para mejorar sus sistemas de producción”. De hecho, el consumo de bellotas es básico para el ganado.
A juicio del presidente de Acodeval, que se está reuniendo con los alcaldes de la zona para analizar la problemática, esta limitación “debe obedecer fundamentalmente al uso ganadero real, y no tanto a las características estructurales de su vegetación o de otras condiciones que tradicionalmente han sido integradas en la ganadería extensiva”.
Montoya lamenta esta “penalización a los pastos arbóreos” en el cálculo de las ayudas cuando aplican la PAC y descuentan las superficies que ocupan las especies de quercus (encinas, alcornoques o quejigos que producen bellotas) en fincas deheseras con actividad agrícola o ganadera.
Ante este panorama, los empresarios agroganaderos de Acodeval se han sumado a la acción de la Federación Nacional de la Dehesa, Fedehesa para “alentar y concienciar a la sociedad sobre el delicado estado de la dehesa y para influir sobre quienes toman las decisiones en materia de política agraria forestal y desarrollo rural”, con el fin mejorar la viabilidad socioeconómica y ambiental de estos espacios “con medidas adecuadas”.
Señala que el objetivo es trabajar conjuntamente con la administración y con los empresarios de la zona “para intercambiar experiencias y buscar soluciones conjuntas”.
Así, en el ámbito autonómico están pendientes de hablar con el director general de Política Forestal y Espacios Naturales, Rafael Cubero, y a nivel comarcal y municipal han contactado con los responsables de las cámaras agrarias y de desarrollo rural de las comarcas afectadas, y convocarán a un encuentro global a los alcaldes de Fuencaliente, Alamillo, Brazatortas, Almodóvar, San Lorenzo, Solana del Pino, Mestanza, Hinojosas, Abenójar, Cabezarados y Cabezarrubias, este último “tiene una predisposición espectacular”.
También “queremos alcanzar acuerdos con universidades pioneras en esos hábitats, como la de Córdoba y Extremadura, y que participe la UCLM a través de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Ciudad Real (ITA).
“Si muere la dehesa desaparecerá el desarrollo de esos territorios”, advierte Montoya, pues según ha podido conocer por los científicos, los típicos bosques de encinas ibéricos tienen los días contados. “Desaparecerá en 50 años y es un gran problema” porque “no podemos olvidar que son el resultado de siglos de la interacción del hombre con el medio ambiente, que ha ido reduciendo parte de la masa arbolada con el desarrollo económico de la actividad agrícola y ganadera, y ha obtenido un medio más sostenible y de gran biodiversidad, que poco a poco se ha ido deteriorando”.
Sobre las causas por las que está sucumbiendo la dehesa, Montoya apunta a ambientales o físicas, por los fenómenos de la sequía, erosiones o la altas temperaturas; las de carácter sanitario, por plagas y enfermedades como la seca; y económicas por la aplicación de la PAC, que “perjudica gravemente la rentabilidad”.
De las 750.000 hectáreas de dehesa en la región, Ciudad Real copa la mayor extensión en el suroeste, en concreto en las comarcas de Almodóvar, Almadén, Montes Norte y Montes sur, a la que se suma el sur de Toledo. En Albacete y Cuenca hay poca extensión.
Contra el declive
De su lado, la presidenta de la Federación Española de la Dehesa (Fedehesa), Pía Sánchez, comenta que la entidad surgió hace un año de la suma de las asociaciones regionales de propietarios agropecuarios y de otras organizaciones cooperativas y de gestores, como consecuencia del declive “de uno de los ecosistemas más emblemáticos y extensos de la península ibérica, con productos tan característicos como el corcho o el jamón ibérico de bellota, y hábitat de especies en peligro como el águila imperial o el lince”.
Están representadas, Extremadura, Madrid, Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León, y otras entidades, para hacer una defensa sectorial de la dehesa como ecosistema global, con el apoyo científico de las Universidades de Extremadura y Córdoba.
La dehesa es un territorio “cerrado que se ha de entender como un todo y se retroalimenta, con el matorral propio del bosque mediterráneo, y el ganado que come el fruto de la encina y el alcornoque”.
El 80% es privado y el 20% público o gestionado por consorcios.
La presidenta de Fedehesa resume su lucha en la problemática de la sanidad animal, por la tuberculosis que está causando la quiebra de las explotaciones de vacuno y caprino; y de carácter vegetal, con las enfermedades de los árboles, como ‘la seca’ de la encina, que está agotando las dehesas al producir la muerte repentina del árbol, las podas abusivas, la sequía, el cambio climático, y la esquilmación del suelo por agentes patógenos, y por la excesiva carga ganadera que soporta.
“Es un enorme problema de sanidad vegetal”, sostiene la propietaria extremeña.
En el terreno administrativo, Sánchez explica que las autoridades españolas “no han sabido explicar en Bruselas el alto valor natural de la dehesa, catalogado como sistema con una biodiversidad incalculable y se contempla en la PAC como pastos arbolados, que conlleva una disminución de las ayudas”.
Por eso, es una gran oportunidad, señala, aprovechar el ‘chequeo médico’ de la PAC “para librar la batalla” y que se modifique la PAC y contemple a la dehesa como cultivo permanente. “Sería la salvación pues tendríamos derecho a subvención por hectáreas”.
Sánchez incide en el valor de estos territorios, impulsados por el hombre “que con su hacha” ha ido aclarando año a año el bosque mediterráneo y posibilitando el pasto, así como el ganado también ha contribuido en la biodiversidad con su “ramoneo”, al consumir el fruto de encinas y alcornoques.
fuente: Lanzadigital.com